Nota al pie extraída del post "Por qué ya no soy feminista" del blog Acapulco70.com. Puedes leer el artículo pulsando aquí: http://acapulco70.com/por-que-ya-no-soy-feminista/
En el pasado las familias tenían un padre que trabajaba y una madre que se ocupaba del hogar. A excepción de familias verdaderamente pobres en la que ambos padres tenían que trabajar para sobrevivir, con el sueldo del padre alcanzaba para mantener a toda la familia. Hoy son pocos los que tienen un sueldo que les permita vivir de esta manera, es un lujo. Los sueldos son tan bajos que es necesario que ambos padres trabajen para poder mantener a los hijos.
La razón de este cambio no es, a diferencia de lo que muchos creen, un problema de mercado. No se trata de una crisis del capitalismo ni de la avaricia de los empresarios. No se trata solamente de un tema de inflación o de devaluación de la moneda. En realidad las empresas siguen pagando, en proporción, sueldos similares a los que pagaban hace 60 años. La diferencia es que hoy el gobierno se queda casi con la mitad a través de los impuestos directos sobre la renta.
Hasta la reforma del sistema fiscal en 1978 el español no había pagado impuestos directos sobre su renta que fueran significativos. Es decir, que percibía y disponía de casi la totalidad de su salario. La tarifa y la manera de recaudarla variaron a lo largo del tiempo. En 1932, durante la Segunda República se instauró por primera vez el impuesto sobre la renta únicamente para personas que percibían más de 100.000 pesetas al año y las tarifas iban entre el 1% y el 7% sobre los ingresos. Poco después se ensanchó para bajar el mínimo a 80.000 pesetas y aumentar el máximo al 11% (para que más personas pagaran más impuestos). El régimen franquista acabó con esta práctica y eliminó el impuesto sobre la renta y hasta 1978 las familias españolas disponían de la totalidad de sus ingresos.
Pero durante la transición se reformó la ley y se reinstauró el IRPF con la promesa de que “garantizaría que pague más quién más tiene”. No sólo reformaron la ley para regresar al sistema tributario de la Segunda República sino que se instauró la Incautación Preventiva del Salario (Retención de IRPF) que consiste en sustraer una parte importante de las nóminas de los trabajadores por cuenta ajena antes de que hagan la declaración de la renta para impedir que la gente se gaste su dinero antes de tributar.
Gracias a la Retención del IRPF los trabajadores ni siquiera llegan a ver el dinero que el gobierno les quita de su salario. La empresa realmente les está pagando en muchos casos casi el doble por su trabajo, pero ellos perciben únicamente lo que sobra después de que el Estado les quita lo que considera adecuado.
No es solamente el IRPF, desde luego, a él se suma todo un aparato tributario en el que el ciudadano debe pagar al Estado por casi cualquier actividad que realice como comprar cualquier cosa (a través de los impuestos sobre el consumo como el IVA), asociarse para formar una empresa (impuesto sobre sociedades), recibir dinero de un tercero (impuesto sobre sucesiones y donaciones), sobre el patrimonio y toda otra serie de impuestos indirectos.
Si por medio del IRPF el gobierno se queda con una porción que oscila entre el 24% y el 52% de los ingresos, al añadirle todo lo demás que tiene que pagar un ciudadano en impuestos, la cifra alcanza porcentajes mucho mayores.
Sin las retenciones un ciudadano recibiría un sueldo sustancialmente mayor de su empleador, pero además, si pudiésemos eliminar o reducir el resto de los impuestos directos, entonces sus cuentas, es decir, lo que tendría que pagar en alimentos, luz, agua, etc, para mantener a su familia también sería mucho menos.
Los gobiernos se apoyan sobre la idea de que los impuestos están ahí para garantizar el Estado de Bienestar, que sin ellos no se puede mantener una educación, sistema de salud, y de pensiones “gratuitos”. Sin embargo durante el régimen franquista ya existían todos estos sistemas y se mantenían sin imponer impuestos directos.
Si el sueldo de un solo padre ya no alcanza para mantener a una familia se debe en parte a la inflación y a la crisis económica, pero principalmente se debe a los impuestos. Si en una familia ambos padres trabajan, uno de ellos está trabajando como esclavo para el gobierno ya que su sueldo, casi en su totalidad, está siendo cedido de manera involuntaria al Estado.